Sé que escuchas mi clamor, y tienes compasión de mí... que cuando mi corazón se cae a pedazos, tu vas detrás restaurando sus piezas.
Porque tú pesas los corazones, no las apariencias, sólo los corazones.
Y ante tí presento el mío, tal cual es, lo conoces bien, lo conoces mejor que yo.
Espero el día, en que conforme a tu voluntad, se cumplan sus anhelos, y pueda gozarme en tus maravillas. Puedo gritar y patalear ante tí, pues antes que yo lo pida, ya me haz brindado consuelo. Y hoy estás aquí, a mi lado, viéndome escribir, atesorando las palabras de mi corazón, junto al tuyo.